Ha llegado a nuestras manos un ejemplar de 1719 de las primeras ordenanzas de Madrid, las que redactó Juan Torija en 1661.
Este texto vino a poner orden en el crecimiento y la forma de construir en la capital, 100 años después de que se trasladase aquí la corte por deseo de Felipe II, cuando, por el efecto de atracción que produce este traslado, la población se había triplicado, pasando de 20.000 a 60.000 habitantes.
Anteriormente a esta reglamentación los edificios se construían según las artes de procedencia de los maestros de obra que llegaban a trabajar y solucionar la carencia de vivienda. A nivel práctico, este dato, junto con el plano de Texeira de 1656, nos permite fechar las edificaciones como anteriores o posteriores a la mitad del siglo XVII, así como conocer las técnicas de construcción de los edificios que rehabilitamos.
Como ejemplo de lo que podemos encontrar en esta clarificadora obra, escrita en un perfecto castellano antiguo, extraigo este fragmento:
La Arquitectura es Ciencia, adornada, y acompañada de otras diferentes, por la qual se puedan examinar las Obras, y Edificación, que a su ser pertenecen como efectos. Esta ciencia consta de dos partes, que son Práctica, y Theórica […].
Y firma
Juan de Torija, Maestro Arquitecto, Alarife, y Aparejador de las Obras Reales.