Antonio y Laura son nuestros vecinos de Fermoselle, en cuyo barrio judío hemos montado el estudio para el trabajo de campo de Biourb.
Esta simpática pareja obtiene el calor para su casa mediante una caldera de leña de más de 30 años. Esta caldera, instalada en el hueco de la chimenea por otro vecino de Fermoselle, está conectada al sistema de radiadores y se ayuda de una pequeña bomba para distribuir el calor mediante el agua del circuito. Además, al tratarse de una casa tradicional de piedra, que almacena energía en sus muros, el gasto en combustible que tienen al año es de apenas 250 euros. Todo un récord de eficiencia, sobre todo en una comarca donde hay «nueve meses de invierno y tres de infierno» y las viviendas convencionales de ladrillo, aislante y caldera de gasoil gastan unos 1500 euros/año.