Estos días ha surgido una noticia que nos da una idea de la resistencia y durabilildad de los productos naturales, estos productos sencillos, elementales, de baja energía incorporada, tradicionales, asequibles, sanos, bidegradables, no contaminantes… los apellidamos de muchas maneras para intentar convencer a constructores y clientes de lo buenos que son en muchos sentidos, pero lo que nos demuestra claramente esta historia es que lo más importante son sus cualidades mecánicas inmejorables y su durabilidad milenaria.
Copio la noticia porque habla por sí sola; un ánfora cerámica que conserva vino de hace 2000 años gracias a su sellado con corcho, resina y cal.
Dedicada a los amantes del prontuario de SIKA, con todo el cariño:
Durante la época romana, hace dos mil años, el vino, las pasas, la miel, el ‘garum’ o pasta de pescado y la seda que se producían en las costas malagueñas se exportaban con regularidad hasta la capital del imperio, donde eran productos muy cotizados y apreciados. Así, no es extraño haber localizado ánforas y otros objetos en los que se almacenaban estos manjares en los numerosos yacimientos arqueológicos repartidos por la provincia. Lo excepcional es el hallazgo de una ánfora sellada, con madera de corcho, resina y cal, tal y como hacían los romanos, en los fondos del archivo municipal de Vélez-Málaga.
Según los arqueólogos y técnicos municipales de Cultura, la pieza, que data del siglo I, está llena de un líquido que ellos aseguran que con casi toda probabilidad tiene que ser vino de la época. Así, el concejal de Cultura y Patrimonio, José Antonio Fortes (PP), explicó ayer que el ánfora tiene un tapón «hermético» y contiene entre 25 y 30 litros de un líquido que los técnicos estiman que es vino. Esta pieza ha sido encontrada durante los trabajos de catalogación y limpieza de los fondos del Ayuntamiento que se están llevando a cabo para la próxima apertura del Museo de la Historia de la Ciudad.
El ánfora fue descubierta en 1960 en el marco de un programa de búsqueda arqueológica emprendido por la Diputación y fue almacenada en los sótanos del Palacio de Beniel, donde ha permanecido olvidada. La vasija fue hallada en las proximidades de la desembocadura del río Vélez, en los restos de la antigua ciudad de Maenoba, y fue datada en el siglo I.
«Se trata de la época de mayor profusión de viajes entre la Bética y Roma, cuando la mercancía iba con mayor asiduidad incluso que ahora, y se transportaba lo que era típico de aquí: el vino, el aceite, los higos o la seda», dijo el edil. Según Fortes, el arqueólogo del Ayuntamiento se decanta por que el contenido sea vino, ya que los recipientes que se empleaban para transportar el aceite tenían menos cuello.
El objetivo del Consistorio es ponerse en contacto con el Consejo Regulador del Vino de Málaga o algún laboratorio especializado para analizar el contenido del ánfora. «Por el tipo de sellado, el contenido tiene que estar en perfectas condiciones y queremos saber qué sabor tenía el vino de la época, si era una variedad de hidromiel o era ya el típico vino dulce de esta zona», añadió Fortes.
El ánfora tiene aproximadamente un metro de altura, dos asas para facilitar su transporte, un cuello largo, un lacrado formado por cal y resina y una base en forma de punta, lo que obligaba a colocarla sobre unos soportes en los barcos de transportes. Esta vasija formará parte del Museo de la Historia de la Ciudad
Me llega otra noticia sobre un estudio que confirma la increíble durabilidad del corcho y sus cualidades, nuestro aislante favorito en biocosntrucción:
http://www.agrodigital.com/PlArtStd.asp?CodArt=85299
Las conclusiones del estudio realizado por el Centre de Arqueología Subacuática de Catalunya y el Instituto Catalán del Corcho (ICSURO) demuestran la durabilidad del corcho a lo largo de los años, incluso en condiciones adversas cómo puede ser el fondo marino. En este sentido, se han comparado tapones de corcho actuales con tapones de más de 2000 años de antigüedad, encontrados en el fondo marino del Cap del Volt (Port de la Selva), así como analizado alguno de los componentes principales como la lignina, la suberina y los polisacáridos. Dichos componentes hacen que el tapón de corcho sea elástico, compresible y el material idóneo para adaptarse al cuello de la botella de vino y cava, manteniendo así el oxígeno adecuado para conservar el caldo en óptimas condiciones. Y es que, en el año 3000 A.C., el tapón de corcho ya era utilizado en Egipto, en Babilonia y en Persia para almacenar alimentos.
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