Para alcanzar los niveles de confort o habitabilidad en una construcción, hay que fijarse en cuatro variables principales que determinan el clima en su interior:
Temperatura, iluminación, ventilación y humedad relativa. Elegimos para analizar la que actualmente genera mas gasto de energía fósil, que es, con diferencia, la temperatura.
Al tratarse de viviendas para humanos, tenemos que pensar en las necesidades termométricas de este ser, original de África subsahariana, que ha tenido a bien emigrar y asentarse por todo el mundo, poblando zonas con una cantidad de radiación solar distinta de la que su organismo necesita por adaptación.
Centrándonos en la península Ibérica y en la solución a la que ha llegado la arquitectura tradicional para enfrentarse a este reto, desde Altamira hasta los cortijos andaluces, pasando por los pazos gallegos, las masías valencianas o la Sima de los huesos en Burgos, la respuesta ha sido siempre la misma: LA INERCIA TÉRMICA.
Las viviendas de estas imagenes son un buen ejemplo. Se encuentran en la cara norte de la Sierra de Hoyocasero, en la provincia de Ávila, donde la altitud, los vientos dominantes y la cantidad de radiación solar determinan unos inviernos muy crudos. Esto ha llevado a la arquitectura local a buscar cobijo junto a las grandes masas de piedra granítica buscando que su inercia térmica regule la temperatura de las casas.